jueves, 24 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
domingo, 6 de abril de 2014
martes, 1 de abril de 2014
"Platero y yo" - Cap. LX "EL SELLO"
LX - EL SELLO
Aquél tenía la
forma de un reloj, Platero. Se abría la cajita de plata y aparecía, apretado
contra el paño de tinta morada, como un pájaro en su nido. ¡Qué ilusión cuando,
después de oprimirlo un momento contra la palma blanca, fina y malva de mi
mano, aparecía en ella la estampilla: Francisco Ruiz, Moguer.
¡ Cuánto soñé yo
con aquel sello de mi amigo del colegio de don Carlos!. Con una imprentilla que
me encontré arriba, en el escritorio viejo de mi casa, intenté formar uno con
mi nombre. Pero no quedaba bien, y sobre todo, era difícil la impresión. No era
como el otro, que con tal facilidad dejaba, aquí y allá, en un libro, en la
pared, en la carne, su letrero: Francisco Ruiz, Moguer.
Un día vino a mi
casa, con Arias, el platero de Sevilla, un viajante de escritorio. ¡Qué
embeleso de reglas, de compases, de tintas de colores, de sellos! Los había de
todas las formas y tamaños. Yo rompí mi alcancía, y con un duro que me
encontré, encargué un sello con mi nombre y pueblo. ¡Qué larga semana aquélla!
¡Qué latirme el corazón cuando llegaba el coche del correo! ¡Qué sudor triste
cuando se alejaban, en la lluvia, los pasos del cartero! Al fin, una noche, me
lo trajo. Era un breve aparato complicado, con lápiz, pluma, iniciales para
lacre... ¡qué sé yo! Y dando a un resorte, aparecía la estampilla, nuevecita, flamante.
¿Quedó algo por sellar en mi casa? ¿Qué no era mío? Si otro me pedía el sello -
¡cuidado, que se va a gastar!- , ¡qué angustia! Al día siguiente, con qué prisa
alegre llevé al colegio todo, libros, blusa, sombrero, botas, manos, con el
letrero: Juan Ramón Jiménez, Moguer.
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